lunes, 22 de septiembre de 2014

Manual del Pendejo






Las personas creen ser dueñas de su destino por tener un trabajo, fama y dinero. Quizás una familia numerosa y feliz, pero no cuentan con la llegada de un tercero. Que sin razón alguna llega a tu vida, asesina a tu familia, te asesinan a ti.




Esa fue la historia de Perry y Dick, unos asesinos que fueron famosos en las noticias del New York Times. Hablamos del año 1959, la ubicación, un pueblito de Kansas, USA. Lo que despertó la curiosidad de un periodista llamado Truman Sterckfus Persons, o más conocido como Truman Capote.




Truman Capote empezó a escribir desde muy niño, quizás por que era un Nerd, o quizás por el aislamiento que sufrió en su infancia.


Estudio en Trinity School y en St. John´s Academy de Nueva York. A los 17 años consiguió trabajar para la revista The New Yorker, que consistía en seleccionar tiras cómicas y recortarlas.





Pero no estamos aquí para que te enteres de la vida de un periodista, sino, de cómo fue construyendo su propio destino. 

Siguiendo con el primer párrafo; Capote, se intereso en el caso de los asesinos a tal punto de ir a visitarlos a la misma prisión. 




Digamos que Capote era medio afeminado, pero su manera de manejar la situación delante de un asesino, eran de tomar lápiz y papel para aprender del gran pendejo. 


Un periodista nato, que con tan solo un despliegue de frases guapas podía engañar, hasta el mismísimo Satán.

Cuando las cosas ya no iban bien para los asesinos, y las visitas dejaron de ser aceptadas, Capote soborno sutilmente al mismo Alcaide de la prisión para que pudiese entrar.




El lugar en el que se encontraba Capote al momento de visitar a los asesinos en presión, era la de una vieja chismosa, y digo vieja chismosa porque nadie pudo notar lo que en el fondo trataba de hacer. El fin de visitar por más de 5 años a unos asesinos condenados a pena de muerte, fue nada más y nada menos, para construir toda una historia que Capote iba escribiendo en un libro que sacaría al mercado en un corto tiempo.




Los asesinos pensaban que Capote se había convertido en su amigo, pero ¡no!, el trabajo lo convertiría en algo que no era. Un pendejo veterano en una época que la sociedad aprobaba la pena de muerte.


obvio que el obrero es digno de su salario, pero un salario que Capote recibiría a largo plazo. 






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